lunes, 3 de marzo de 2008
¿Quien recuerda al niño que fue?... Juego, imaginación, creatividad.
Dr. Gabriel Capó Vidal.
La psicología nos descubre que desde temprana edad los bebes utilizan los objetos de su entorno, de su alrededor, tales como: cobijas, objetos blandos, chupones, juguetes, su pulgar, sus pies, etc. para libertar tensiones, que se producen, las más de las veces la ausencia temporal de la madre, proveedora de necesidades afectivas: como la alimentación, las tiernas caricias, su voz y en general sus cuidados. El ensueño es el mediador entre el naciente yo y la realidad siempre frustrante.
El niño en edad preescolar entra en un mundo de invención, en el que los deseos irrealizables encuentran satisfacción dentro del juego. La imaginación establece un proceso único, humano, psicológico y culturalmente valioso. Los juegos son inmemorables. Diferentes culturas y clases sociales favorecen distintos clases de juegos.
En juego es una alianza extraordinaria de pensamientos, que pretenden formar una realidad exclusiva, particular, diferente, personal. Los juegos fomentan el adelanto físico, el mental y el social. Los juegos también ayudan a los niños a expresarse y plantearse sus sentimientos. También ayudan a desarrollar su expresión creativa. Sin duda una carencia importante de amor y de juego en la infancia ocasionará un desarrollo imperfecto e incompleto de la personalidad, repercutiendo en varios aspectos; el intelectual, el social, el psicológico, etc.
El juego es una actividad instintiva, natural, de recreo, de diversión. Brota de forma espontánea, libremente, convirtiéndose en un entretenimiento que indaga. La creatividad también fomenta el incremento mental de los niños, porque proporciona el probar con nuevas ideas, con nuevas formas de pensar y de solucionar los problemas, las contrariedades. El juego descubre al niño y corrobora su imaginación.
Los niños preescolares están en contacto con los lápices, los crayones, dibujan, pintan, cantan, escuchan la música, juegan con el barro, el papel, la madera, el agua, las telas, diferentes materiales. Discurren dentro de los juegos que involucren el desempeño y el avance de las funciones cerebrales. En fin, el adentrarse y convivir con estos elementos es benéfico, para imaginar y engendrar ideas. Los procesos creativos animan a los niños a efectuar sus propias decisiones. Descubren a través del juego su independencia y el dominio de resueltos pasos hacia la madurez y al equilibrio. Los capacita a comprobar y a no aceptar, por aceptar cualquier cosa que se les dicte.
Las mejores formas para llevar el ajedrez a los niños y jóvenes en favor de su formación, de sus posibilidades son: entender al juego como una actividad recreativa, que obedece a un impulso lúdico, nacido en lo más profundo de nuestro ser. Un niño es juego, es imaginación y es creatividad. Desconfié: de los entrenadores “sangre, sudor y lagrimas”, que únicamente exigen horas de transpiración, memorización y llanto. En este sentido es de importancia la humanidad, la noción y la experiencia del profesor imbuido en conocimientos pedagógicos, de un ser que se deleite, se recree enseñando el propio juego que durante su niñez se sembró en su espíritu, ayudado de las técnicas y de los materiales antiguos y modernos, en un espacio lúdico para el desarrollo de una actividad divertida como es el ajedrez.
Un niño observa una partida de ajedrez y alguien se preocupa de comunicarle su experiencia, que supone debe favorecer su “desarrollo” y le menciona; que esa, es la apertura española o fulana, y que el siguiente movimiento es Cc5, Este compendio de teoría pretende que el niño juzgue y piense como él. En vez de permitir la fantasía de la imagen que provoca el ajedrez en el niño. La capacidad de conciencia significa la capacidad de ver de modo propio y no como se quiere o se nos enseña a mirar las cosas, algunas personas, las pocas pueden preservar el oír y ver como antes, como en la niñez, usando la imaginación; la capacidad de percibir de manera propia.
Quien esté capacitado, quien pueda debe estimular, sin manipular este percibir, este inventar, este imaginar del niño y alentar su independencia de criterio, dando la oportunidad a sus alumnos de proteger y defender la opción que de forma libre, imaginativa, apta, genial, y oportuna escogieron. El ajedrez es un juego donde prepondera el juego, la imaginación, por lo tanto es culturalmente fructífero.
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